Goblins...

Aún falta un rato largo para que suene el despertador pero un ruido pringoso e inconfundible hace que Sara, despeinada y de mal humor, salte de la cama como si un resorte la impulsara en un intento por evitar otro desastre.

-Bluaghhhh blup blup arrrrghhhhhh.

Pero no, no llega a tiempo. 

- ¡Oh, no! ¿En serio tenías que vomitar ahí? ¿Y ahí?

La escena es desoladora. El traje limpio que tenía listo para la reunión a la que debe asistir a primera hora está pringado sin remedio de vómito de gato. Y no solo el traje, que las arcadas han llegado hasta los zapatos y el bolso. Toby, claramente aliviado tras comer hierbas para purgarse, se dedica tranquilo a limpiarse sus partes íntimas escarranchado encima del puff como si la cosa no fuera con él. Los gatos son así.

-No, no puede ser... De verdad que no te soporto...

Y quizá es la ausencia de tiempo para poner una lavadora, el no disponer de otro traje para hacer su presentación o simplemente el hecho de estar descalza y en pijama limpiando vómito de gato en mitad de la noche pero, sin tener claro de dónde sale, una voz retorcida y tétrica empieza a susurrarle primero y a gritarle después, tomando el control pleno de sus pensamientos, conduciéndolos por derroteros nada gatunos...

-Enganchones.

-Arañazos...

-Pelos.

-Maullidos.

-Más vómitos.

-Gastos extra.

-¿Y el sofá arañado?

-Las cortinas...

-¿Los pises en la ducha?

-Y ahora tu traje, el bueno...

-Piénsalo bien, Sara: ¿para qué?

-¿Merece la pena?

-Tampoco le quieres tanto...

-Nunca te hace caso...

-Solo es una carga...

-Ay, Toby. Es verdad. Solo eres una carga.

Al oír su nombre, Toby levanta las orejas y mira a Sara. Pero Sara, inmersa en sus pensamientos, ya ni siquiera le ve...

-Nosotros podemos librarte de este peso.

-Solo tienes que decirlo.

-Solo tienes que pedírnoslo.

congatos congatoslocloco wi goblins
Wi, mirando el infinito. Foto de @carpomares.

Y aquellas palabras sueltas, casi de forma automática, terminan por ordenarse en su cabeza y, cual un torbellino, se desparraman por la habitación al escaparse una a una de su boca.

-Ojalá, Toby,...

-¡Sigue, Sara! Lo difícil es empezar.

-...vinieran los goblins...

-¡No pares!

-...y se te llevaran...

-¡Termina, niña!

-...ahora mismo. 

-¡Lo ha dicho! Deseo concedido. ¡Lo tenemos! ¡Ya es nuestro!

La luz se apaga. Ruido de pasos veloces acolchados por mullida decepción. Un maullido. Y, por fin, el silencio. 

Al encenderse de nuevo la luz ahí está ella, todavía descalza y con el trapo en la mano, recogiendo el último vómito de un gato que ya no está porque su deseo, ese que siempre había estado ahí, se ha hecho por fin realidad y los goblins se lo han llevado.

-Mmmmm... Podría ir a buscarlo pero es tarde, tengo sueño, mañana tengo lío y total, solo era una carga. ¡Que se lo queden los goblins!

Y ronroneo ronroneado, este cuento con gatos de goblins buenos frente a retorcidos anhelos humanos, como el amor de Sara por Toby, se ha terminado. ¿O quizá, en este laberinto tortuoso que a veces es la vida, en realidad nunca hubo amor? Decidid y, si queréis, contadnos.

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