Y yo caí, enamorado del tufillo de un cojín...

Cuando los animales vivimos en libertad somos los encargados de cuidar de nuestra salud, tanto a nivel físico como emocional, y dedicamos mucho tiempo a buscar las sustancias naturales apropiadas para ello. Llamadlo carambola, llamadlo conocimiento, llamadlo instinto: lo cierto es que funciona. Pero cuando somos animales domésticos y vivimos dentro de un piso, esta búsqueda de los remedios que necesitamos se complica bastante. Menos mal que algunos humanos observadores se dieron cuenta de nuestra necesidad y comenzaron a tratar de ponerle remedio. ¿Cómo? Pues ofreciéndonos plantas y esencias de plantas para que nosotros mismos eligiéramos las que necesitábamos dependiendo de nuestro estado. Esto, a muy grandes rasgos, es lo que es la zoofarmacognosis, una ciencia basada en permitir que los animales elijamos lo que necesitamos en el momento en el que lo necesitamos y que poco a poco se está extendiendo como terapia de la veterinaria integrativa e incluso de la clásica a la hora de ayudar a sanar a animales enfermos.

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Noa en plena sesión terapéutica con zoofarmacognosis.

¿Y se puede saber por qué os cuento todo esto si de lo que vengo a hablaros es del cojín chulo que nos han comprado? Pues porque además de gatuno, de bonito y de cómodo como podéis apreciar en las fotos, este cojín, gracias a la zoofarmacognosis aplicada y a las esencias que lleva dentro, es terapéutico. ¿A que mola? La humana se lo encargó a la veterinaria Amaya Espíndola, impulsora y alma mater de Felvet y especialista en zoofarmacognosis, para intentar aliviar un poco a Noa (14 años) y a Elmo (11 años) de sus problemas de artrosis, unos achaques propios de la edad confirmados en sus últimas revisiones en nuestra clínica. Pero Amaya está en Madrid, nosotros no... Mmmmm... ¿Cómo hacerlo?

Viajar hasta Madrid para una sesión no era una opción, así que ¿qué tal meter todas las esencias, arcillas y plantas necesarias relacionadas con las molestias propias de la edad de Noa y Elmo en un cojín terapéutico y mandárnoslo a casa para que ellos pudieran olerlo? Unos cuantos mails después ¡dicho y hecho! Y, bueno, no sabemos si gracias a las siestas que se echan en él les duelen menos esos huesos viejunos pero sí que están mejor y que el cojín les gusta ya que desde que lo recibimos lo han usado bastante (y para el éxito nulo que han tenido otras camas ya os digo yo que eso es todo un mundo) Para ser más exactos, lo han usado cada vez que han querido o que han necesitado porque no es cuestión de obligar a usarlo todos los días sino de que el animal pueda usarlo cuando nota que le hace falta. ¿Apreciáis las diferencias entre la zoofarmacognosis ad livitum y un antiinflamatorio tradicional con sus dosis medidas, sus horas pautadas y que hay que pinchar o tomar por boca? Pues eso...

¿Y sabéis lo mejor? Os lo cuento cantando y a ver si reconocéis la canción que tuneo 🎶

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¡Si por usarlo lo uso hasta yo!

Y yo caí, enamorado del tufillo de un cojín,

de sus plantas, sus esencias, de su colorín,

enamorado y feliz.

Pues eso, que yo también lo uso porque el cojín es irresistible. Y conste que no me viene nada mal para la artrosis de mi pata, esa que me quedó a cuenta de una infección en la articulación cuando era un renacuajo, así que ¡perfecto! Ese olorcillo a esencias que despide es tan atractivo... Atractivo al menos para gatos aunque quizá un poco fuerte para humanos de naricilla sensible. Pero como los nuestros, por nosotros y por nuestro bienestar, hacen lo que sea, pues desde el unboxing del paquete (recibimos el cojín por correo) lo tenemos plantado en el salón (una de nuestras zonas de descanso habitual) para uso y disfrute de los gatos de la casa a pesar del pesturrio intenso de los primeros días. ¡Chachi y ambientadores que nos ahorramos!


Aviso para GATOnautas: Dice la humana que os cuente que en Felvet hay disponibles varios modelos y tamaños de colchoneta, que la funda exterior tiene una cremallera para poder quitarla y lavarla, que la intensidad del olor se va mitigando con el paso de los días y que hay otras patologías además de la artrosis con las que la zoofarmacognosis ayuda aunque nuestra recomendación en cada caso es que consultéis y os dejéis asesorar. ¡Ronroneos!

Aviso para GATOnautas 2: Noa y Elmo están visiblemente mejor: corren más, juegan más... Pero no podemos saber exactamente hasta dónde llega la magia del cojín porque además, desde que les diagnosticaron, están recibiendo sesiones de acupuntura. Pero está claro que el que de vez en cuando usen el cojín es porque ellos sienten que les va bien y eso es fantástico. Justo ahora Noa ha decidido tumbarse y ahí está, quiero pensar que recibiendo terapia de la buena vuelta y vuelta. ¡Más ronroneos!


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