Frágiles

Cada noche ¡más de lo mismo! Era acurrucarse con los ojos cerrados y transportarse a un mundo brillante y frío en el que todo lo que conocía, incluso él, era de cristal y donde, hiciera lo que hiciera, antes o después acababa por romperse. Menos mal que siempre, antes de despertar, llegaba la sombra, tranquila y delicada, esa que, con paciencia y dedicación, le recomponía y le devolvía a su forma completa. Pero ¿qué pasaría si alguna noche su etérea salvadora no llegaba a tiempo? ¿O si alguno de sus fragmentos se perdía? ¿Qué sería de él si el amanecer le descubría hecho añicos?

-No te preocupes, solo es un sueño -le decían sus compañeros de colonia.

-Pero ¿y si...?

-Tranquilo, solo es tu imaginación.

Parecían respuestas lógicas y por eso, aunque algo en aquella escueta explicación no terminaba de convencerle, empezó a tratar de ignorar sus temores y ese repelús afilado que recorría su espinazo cada mañana al despertar sintiendo que algo importante y oculto en aquella metáfora de cristal se le escapaba. Y así fue hasta el día en el que todo hizo crash.


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Gatos de colonia. Foto vía Pixabay.

Vivir en la calle no es fácil y la vida de cualquier gato de colonia es terriblemente frágil. Y es que, si nos paramos a pensar un momento, ¿a cuántos peligros y calamidades se enfrentan?

  • Accidentes.

  • Enfermedades.

  • Agresiones.

  • Inclemencias meteorológicas.

Menos mal que algunas personas, discretas y sigilosas casi como sombras, invierten su tiempo, su dinero y hasta su salud luchando por miles de animales, esos que no son de nadie pero en realidad son un poco de todos. ¿Y cómo lo hacen? Pues tratando de recomponerlos cuando hace falta y de ponerles las cosas un poquito más fáciles cuando todo se rompe. Los cortes en sus pies, en sus manos y en sus inmensos corazones, esos que van brotando a medida que desarrollan su labor entre los cristales de cientos de vidas rotas, les delatan. Pero cuanta más sangre, más premura, sin permitir que los ríos de lágrimas nublen sus ojos y detengan su tarea.

Los gatos de la calle son frágiles. Si aspiras a cambiar su mundo vulnerable y conoces algún grupo de voluntarios, asociación animalera o protectora que practique control de colonias mediante método CER (Captura-Esterilización-Retorno), anímate y colabora. Con lo que puedas. Cuando puedas. Porque con ese gesto estarás ayudando a que esas quebradizas vidas logren ser un poquito más resistentes.


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