3.650 días

Miro hacia atrás y no me creo que hayamos pasado tanto. ¡Si parece que fue ayer! Y sin embargo... Las arruguitas y las patas de gallo no engañan. Ni las canas. Ni el montón de pequitas nuevas. Ni las cada vez más indispensables gafas de vista. Ni ese dolorcillo en la rodilla que me dice mi humana desde hace unos meses que a veces le da cuando corre un poco más de la cuenta. O cuando llueve. Sana, sana, culito de rana... Idas y venidas de barbas y de perillas en él, de patillas y de flequillos en ella. Cosas buenas. Cosas fáciles. Cosas regulares. Cosas sin más. Muchos "¡Hola!" Un millar de sonrisas. Lunas llenas. Libros leídos. Ser el tercero en discordia por méritos propios. Gotas. Cabezazos de amor. Un helecho devastado. Aprender a trepar a lo más alto. Un amigo para siempre. Música. Saltos. Abrazos apretaos. Ronroneos. Milagros. Un annus horribilis. Cangrejos y pasos para atrás. Dos adioses sonados. Meses de duelo. Un mar salado. Y de repente, un nuevo amanecer. Cambios. Cambios. Cambios. Más de trescientos cuentos. ¿O son cuatrocientos? Sobrinos: una y dos... Y luego tres. Un disco duro lleno de fotos. Corazones remendados. Insectos voladores no identificados. ¡Ostras!, ¿he sido yo? Juguetes por el suelo. Capones. Muchos, muchísimos amigos. Bolas de pelo. Rolling pelusas. Ronquidos a pata suelta. Miles de latitas. Areneros limpios, areneros sucios. Y de repente ¡un moco! Algún que otro desastre con el que no tuve nada que ver (o quizá solo un poquito) Una ciudad nueva. Una mudanza. Una alfombra del Ikea. A dieta. Algunos sustos, ¡buu! Nuevas esperanzas. Sueños. ¡Palomas! Zapatillas de estar por casa. En lo bueno y en lo malo. Ains, ¡pero cómo hemos cambiado! Que esta es una vida como tantas que una vez vivida podría condensarse en un suspiro, en un tris, en un abrir y cerrar de ojo pero que me ha llevado 10 años vivir. O 120 meses. O 3.650 días (sin contar bisiestos) 

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Una vida como tantas pero que me ha llevado 10 años vivir... Foto de @carpomares©

El caso es que lo que quería contaros es que como nadie supo decirnos cuándo había nacido con exactitud, la fecha elegida por mis humanos para celebrar mi cumple fue el 23 de marzo y ¿sabéis lo que eso significa? Que el sábado pasado soplé velas y pedí un deseo con sabor a boquerón. ¡Ñam. ñam! Y de regalos, por no alargarme, ya os hablo otro día aunque, ¿acaso este decenio condensado en un párrafo no ha sido como poco un regalo prodigioso?

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