Y los gatos, sueños son

-Hora de irte a la cama.
-¿Por qué, Tata? ¿No he dormido ya demasiado?
-¿Demasiado? Querido, tú eres un gato y debes dormir tanto como puedas o incluso un poco más.
-¿Por qué?
-Déjame que te cuente un cuento...

"Érase una vez un Edén muy especial en el que la primera pareja de gatos dedicaba el día a correr, saltar, jugar, cazar, pelear, pescar, escalar, arañar... Y daba igual lo cansados que terminasen tras mil y una aventuras, que les bastaba cerrar los ojos un instante para volver a estar como nuevos y seguir con sus carreras, con sus saltos, con sus juegos, con su caza, con sus peleas, con su pesca, con sus escaladas, con sus arañazos. Para ellos aquella forma de vivir resultaba estimulante y estupenda pero, claro: con tantísimas horas de actividad lo cierto es que para el resto de habitantes del jardín los gatos y sus biorritmos imparables se estaban convirtiendo en un verdadero incordio, tanto que reunidos en asamblea y en pos de la armonía del idílico lugar todos decidieron que debían hacer algo. Y ¿qué se les ocurrió? Unos propusieron cantarles una nana. Otros, invitarles a contar ovejitas. Alguno, colarles en la bebida algún somnífero suavecito. ¿Un porrazo en la cabeza? ¿Someterles a hipnosis? ¿Sugerirles leer un libro gordo y sesudo? Pero lo cierto es que ningún plan terminaba por convencer a todos. Y al menos así fue hasta que a un grupo se le ocurrió un plan que de puro sencillo parecía infalible.

-¿Y si les ofrecemos un almohadón?
-¿Un almohadón?
-Uno mullido, esponjoso, blandito, acogedor. Y a ver qué pasa.

Y aunque no fue fácil, porque los animales tuvieron que aprender a hilar ganas de dormir, tejer pizcas de sopor, coser pereza y rellenarlo todo con cómodos bostezos, en pocos días lograron confeccionar el almohadón más maravilloso del mundo. ¿Quién podría resistirse? Los gatos, obviamente, no.

Halagados por el detalle, la pareja aceptó interrumpir sus quehaceres cotidianos para tumbarse un ratito en el confortable regalo. "Qué cómodo es esto, ¿no?" Y sin saber bien el porqué, se les cerraron los ojos. Un minuto. Dos. E incluso un poco más. Y sus cuerpos se relajaron. Su respiración se calmó. Y los ronquidos, flojitos, empezaron a flotar. 

Cuentan que mientras aquella pareja de gatos descubría el placer de soñar, un susurro de alivio recorrió el jardín en una celebración silenciosa del resto de habitantes que más allá de vítores y aclamaciones enmudecieron voluntariamente ante el éxito de su plan con tal de no despertar a los bellos durmientes en unas cuantas horas."

-¿Sigues despierto, bebé?
-Zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz...
-¿Ves como un gato jamás duerme demasiado?
-Vale, Tata... Zzzzzzzzzzzzzzzzzzzz...

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Este gato es 90% sueño esponjoso y 10% contorsionista.

Los gatos duermen y duermen mucho. Justo ahora, con la calurosa tarde a punto de revestirse con su manto de estrellas y brillo de luna, puede que los míos estén ya dormidos. O sigan, según se mire. Quizá los tuyos ¿también? Y seguirán así durante horas si nada les molesta, si nada les interrumpe, si nada les obliga a despertar, que los gatos son como poco 90% sueño esponjoso y fueron diseñados por la naturaleza como hitos del plácido descanso, ese que disfrutan en cualquier lugar y postura. Recogidos. Estirados. Retorcidos. Enroscados. Tal cual. Y mientras duermen, los gatos ¿sueño o sueños son?

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