El hada azul...

Con un cuidado exquisito, Nemo aflojó una pata para admirar a su delicada presa y cerciorarse de que lo había logrado aunque el brillo azul que bañaba sus zarpas no dejaba lugar a dudas. ¡Por fin había capturado una! Después de años y años intentándolo, ¡por fin había capturado un hada azul! Y es que ellas siempre habían estado allí, rondando mimetizadas con luciérnagas los bosques de cuento, los libros de fábulas y aquel refugio para gatos en el que él había entrado siendo un gatito y había terminado por convertirse en todo un gatazo. Pero, a pesar de buscarlas incansablemente, jamás en todo ese tiempo había logrado coger a una. Rosas, amarillas, naranjas, verdes y violetas de las que te cubren de risas, tintineos y carantoñas, unas cuantas, pero azules, de las que conceden deseos, ninguna. Al menos hasta esa noche.

Suavemente, el gato acercó su hocico felino a aquella orejita puntiaguda para susurrar al hada que iba a soltarla a cambio de su deseo tal y como estaba escrito en las leyes antiguas sobre tratos con seres mágicos y el hada azul, chispeante y luminosa, aceptó divertida. 

-De acuerdo. ¡Has ganado! -pronunció con voz chispeante-. ¿Qué puedo hacer por ti? 

A punto estaba Nemo de conjurar su anhelo (una familia, un hogar, una mantita, un sofá) cuando se dio cuenta de que un gatito joven lloraba en un rincón. No le conocía demasiado, que era un recién llegado fruto de las camadas de aquel verano, pero sentir su desconsuelo, su desconcierto y ver rodar todas aquellas lágrimas sin fin le hizo recordar su propia existencia llena de soledad compartida, de invisibilidad y de desilusiones y justo cuando su momento estaba tan cerca, esperando que pronunciara las palabras, lo tuvo claro.

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Hada sobre gato. Ilustración de Erlé Ferronniére.

-Quiero un hogar, una mantita, una familia y un sofá para ese gatito que llora allí.

El hada abrió tanto los ojos que Nemo se asustó.

-Jamás, ¿me oyes? Jamás nadie había renunciado a su deseo para regalárselo a otro. Sin duda eres un gato generoso y muy especial, Nemo. Ten por seguro que será como pides. 

Y tras lanzarle un cariñoso beso, el hada, revoloteando elegantemente, se acercó al gatito que lloraba para bañarle con su luz azul

-Deseo concedido.

Y dicho esto, el hada desapareció.

No hizo falta esperar demasiado para comprobar que así había sido, que al día siguiente una fantástica familia adoptó al pequeño gatito que al sentirse abrazado y querido por fin dejó de llorar. Nemo, sabedor de que había hecho lo mejor que podía hacer, le miró salir del albergue y, satisfecho, decidió echarse una siesta mientras esperaba que cayera de nuevo la noche, el momento ideal para seguir buscando hadas. Hadas rosas, violetas, naranjas, verdes o azules, de esas que rondan a los gatos para concederles cariño, sueños, brillo e incluso deseos, de esas que cumplen milagros, de esas que hay que atrapar con cariño para luego dejarlas escapar. Porque, ¿acaso no había conseguido acariciar la oportunidad con sus zarpas una vez? Pues ¡ea! Que simplemente sería cuestión de volverlo a lograr. 

Y ronroneo ronroneado, este cuento con gatos y hadas se ha terminado 😚🧚‍♀️ 

Texto original publicado en Facebook @congatosloloco (13/10/2017)

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